Todo comenzó en el año 2009. Un joven de apenas veinte años ingresa en la Academia de Guardias y Suboficiales de La Guardia Civil, donde recibe adiestramiento militar, formación jurídico-policial y acondicionamiento físico bajo régimen de internado.
Meses después, en verano de ese mismo año, este comienza el periodo de prácticas anual en una de las unidades del sur de Tenerife. En primera instancia, el ímpetu inicial, y quizás la excesiva juventud, generaron la necesidad de que el mando se viera en la obligación de reconducirlo.